La mañana en Entre Ríos, en el corazón del trópico de Cochabamba, comenzó como cualquier otra jornada electoral: largas filas de votantes frente a la unidad educativa José Carrasco, soldados ayudando a ubicar nombres en las listas y un ambiente de expectativa pacífica. Sin embargo, lo que parecía un domingo de rutina democrática se transformó, con el correr de las horas, en un escenario de violencia.

Según relató Diego Seas, periodista de EL DEBER, la primera señal de alarma se escuchó a las 9:30. Una fuerte explosión sacudió la calma de la zona, generando confusión entre los presentes. Los niños que acompañaban a sus padres lloraron asustados y muchos miraban a su alrededor sin entender qué había pasado. Más tarde, la Policía confirmaría que se trató de un cachorro de dinamita que estalló en la vivienda de la madre de Andrónico Rodríguez, presidente del Senado y candidato de Alianza Popular. Era el primer incidente de una jornada que, hasta entonces, había transcurrido sin sobresaltos.
Pasaron las horas y el ambiente se fue cargando de murmullos y expectativa. A las 14:30, Rodríguez llegó al colegio para emitir su voto. Lo hizo rodeado de una columna de seguidores que intentaba abrirle paso hasta la mesa 14. Pero apenas pisó el patio del recinto, el aire se llenó de gritos y silbidos. “Traidor”, “fuera masista”, “voto nulo”, se escuchaba entre los empujones. Los detractores de Rodríguez no solo lo increpaban a viva voz, sino que también comenzaron a lanzar piedras, botellas plásticas y hasta acullico de coca en señal de desprecio.
La tensión escaló de inmediato. “Fue un choque abierto entre bandos, los que lo defendían y los que lo rechazaban”, narró Seas. En cuestión de segundos, el recinto se convirtió en un campo de batalla improvisado: insultos, golpes y proyectiles volaban en distintas direcciones. Los militares apostados en la zona tuvieron que intervenir para abrir un cerco de seguridad que permitiera a Rodríguez llegar hasta la mesa y cumplir con su derecho al voto.
Con gesto tenso, el candidato logró sufragar y dio unas breves declaraciones a la prensa. Dijo que era “una jornada muy importante para el país” y aseguró que respetaría los resultados que difunda el Tribunal Supremo Electoral. Luego intentó retirarse, pero el momento más crítico estaba por llegar.
A la salida, el hostigamiento arreció. Varias manos se levantaban como escudos improvisados para protegerlo de las piedras. “Incluso el mismo Andrónico levantó sus brazos, intentando cubrirse mientras avanzaba lentamente rodeado de sus seguidores”, describió el periodista. En medio del caos, al menos tres o cuatro personas resultaron heridas, entre ellas dos trabajadores de prensa: un camarógrafo de Unitel y un reportero gráfico de EL DEBER. También se reportaron ciudadanos lastimados en el grupo opositor al candidato. Uno de los heridos tuvo un corte en la mandíbula y sangrado abundante, según relataron familiares.
La gresca duró apenas diez minutos, pero dejó la sensación de un país dividido y crispado. Tras la retirada de Rodríguez, la calma regresó al colegio y los electores retomaron la fila para depositar su voto, como si nada hubiera pasado. La democracia siguió su curso, aunque con la huella de la violencia grabada en la memoria de los presentes.
El episodio reflejó, en carne viva, la fractura en el Movimiento Al Socialismo (MAS): los evistas, que promueven el voto nulo y defienden a Evo Morales, se enfrentan a la corriente renovadora que encabeza Rodríguez. La disputa interna, que hasta hace poco se expresaba en discursos y acusaciones, irrumpió de manera brutal en un recinto electoral, donde la ciudadanía esperaba votar en paz.
Andrónico le dijo luego a EL DEBER que los incidentes fueron aislados y que estaban vinculados con «pequeños grupos». Luego viajó a Santa Cruz para recibir los primeros resultados de la elección.
El Deber