¿Qué pasa si se acaba la batería del cuerpo?
Por The Conversation
Alcanzar un rendimiento óptimo es la meta de muchos deportistas. Sin embargo, existe un enemigo silencioso que puede socavar sus esfuerzos e, incluso, poner en peligro su salud: el síndrome de deficiencia energética relativa en el deporte (también conocido como RED-S, por sus siglas en inglés). Los afectados pueden concentrarse tanto en alcanzar sus objetivos que pasan por alto las señales de advertencia.
Como su nombre sugiere, aparece como consecuencia de un desequilibrio prolongado entre la ingesta de alimentos y el gasto de energía. Es decir, el deportista no consume la cantidad suficiente de calorías para respaldar las demandas de su actividad. Esta carencia puede deberse a una restricción dietética voluntaria, una ingesta insuficiente o un aumento en el gasto energético debido al entrenamiento.
Además, el RED-S se ceba en todos los niveles y disciplinas: puede afectar a entre un 15% y un 80% de los practicantes en función de la modalidad deportiva.
Consecuencias
Esta etiqueta agrupa tres alteraciones interrelacionadas: los trastornos alimentarios, la menstruación irregular y la pérdida ósea. Más tarde, apareció el concepto de baja disponibilidad de energía (LEA, por sus siglas en inglés) y, en 2014, el Comité Olímpico Internacional (COI) reconoce el RED-S como entidad clínica diferenciada. Aunque está vinculado a la LEA, sus efectos se hacen notar más a largo plazo.
El último consenso realizado por el COI, que acaba de ser publicado, ofrece una larga lista de perjuicios para la salud derivados del RED-S. Entre ellos se citan los siguientes: Alteraciones hormonales (pérdida de la menstruación, libido baja), debilitamiento óseo y susceptibilidad de fracturas por estrés, incontinencia urinaria, trastornos del sueñ o y función muscular reducida.
Además, afectación del sistema inmunitario, trastornos depresivos o alimentarios, y disminución de las habilidades cognitivas.
El rendimiento deportivo también se resiente con una respuesta reducida al entrenamiento, un tiempo de reacción más lento, un bajo estado de ánimo, menor fuerza muscular, disminución de la potencia…
más vulnerables
A pesar de que este síndrome no discrimina y puede afectar a personas de cualquier edad, género y nivel de habilidad, algunas prácticas o características aumentan el riesgo de sufrirlo:
* Deportes de resistencia: las personas que hacen triatlón, ciclismo o carreras de larga distancia están en mayor riesgo debido al alto gasto energético sostenido durante largos periodos de tiempo.
* Presión por perder kilos: disciplinas donde el peso corporal es un factor importante, como la gimnasia, el ballet o las artes marciales, a menudo pueden fomentar restricciones dietéticas poco saludables.
* El factor de la edad: adolescentes y jóvenes también pueden ser vulnerables, debido a que sus cuerpos, en pleno crecimiento, requieren más energía para el desarrollo corporal y el rendimiento atlético.
¿Y cómo se puede esquivar el “zarpazo” del RED-S?
Déficit de carbohidratos: la baja disponibilidad de estos nutrientes acelera el desarrollo del síndrome.
Asimismo, el entrenamiento excesivo: se han detectado síntomas coincidentes entre el RED-S y el síndrome de sobreentrenamiento.
La evidencia científica aún está emergiendo y por tanto se desconoce en buena medida cuál es su proceso de desarrollo.
Además, la salud mental: dado que este síndrome también puede estar relacionado con preocupaciones sobre el peso y la imagen corporal; entonces; el apoyo sicológico es fundamental.