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El trabajo no remunerado en Bolivia equivale a un cuarto de su PIB y las más afectadas son las mujeres

Lavar y planchar la ropa, cocinar el almuerzo, cuidar a los niños, atender al familiar minusválido o al anciano de la casa, son tareas cotidianas que no deben descuidarse y son muy importantes para la reproducción de la vida, el bienestar social y el funcionamiento de la economía de cualquier país.

Técnicamente esas actividades se denominan “trabajos de cuidados” y, por lo general, es un trabajo no remunerado, que según una reciente encuesta del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), equivale entre el 18 y 25% del Producto Interno Bruto (PIB) boliviano, que en 2022 fue de $us 44.315 millones.

“Desigualdades: tiempos y trabajos” es el título de los resultados de la Encuesta Urbana de Uso del Tiempo que el Cedla presentó hace pocos días en La Paz y Santa Cruz. El trabajo alcanzó a 2.000 hogares y 7.000 personas mayores de 12 años en las ciudades de La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz, entre junio y septiembre del presente año.

Uno de los principales resultados que arrojó la encuesta fue que el 50,3% de los encuestados realizan un trabajo remunerado y un 92,2% tiene un trabajo no remunerado (ver gráfico). De este último indicador se desprende que los hombres dedican un 66% de su tiempo al trabajo remunerado y el 34% al trabajo no remunerado. Las mujeres dedican el 39,8% al trabajo remunerado y el 60,2% al trabajo no remunerado.

Silvia Escóbar, investigadora del Cedla y coordinadora de la encuesta, indicó que existe una dimensión del trabajo que no se reconoce en el país, porque está mayormente desarrollado por las mujeres, a quienes les afecta en su vida cotidiana. “El trabajo no remunerado les limita su participación en la actividad económica y les dificulta, muchas veces, contar con ingresos propios y participar más activamente en la vida política y social”, manifestó.

Escóbar señaló que el estudio trata de transformar esos estereotipos en la sociedad y redistribuir el trabajo del cuidado, tanto del trabajo doméstico, como de atención a las personas, “de tal manera que podamos romper con ese esquema y abrirnos hacia nuevas formas de integración de las mujeres (…)”, añadió.

Por su parte, Lais Abramo, secretaría Nacional de Políticas de Cuidado y Familia del Ministerio de Desarrollo del Gobierno Federal de Brasil, el trabajo no remunerado para las mujeres significa una gran inversión de tiempo y les impide ejercer sus derechos en ámbitos como la educación, formarse profesionalmente o ingresar al mercado laboral. “En Brasil y en varios países de América Latina, se ha empezado a construir lo que llamamos Política Nacional de Cuidados, que es entender que ese trabajo no debe sobrecargar a las familias y a las mujeres”, reveló.

En ese sentido, la brasileña consideró que es el Estado (en sus tres niveles) el principal responsable en diseñar las políticas de cuidados que van desde implementar guarderías para la primera infancia, “centros de día” para la tercera edad, comedores populares y lavanderías comunitarias. Además, las empresas son responsables por un trato equitativo a las mujeres en estado de gestación o lactancia.

“Las necesidades de cuidado van a aumentar. En Brasil, por ejemplo, se proyecta que en los próximos 20 años se va a triplicar el número de personas de 80 años. Por eso, las políticas públicas son tan fundamentales, pero también las empresas tienen que entender eso, porque cuando postulas a un trabajo con 40, años eres considerado viejo”, aseveró.

Romper tabúes

Para el economista Fernando Romero, las mujeres destinan más tiempo y esfuerzo a trabajos no remunerados, prácticamente una relación de 2 a 1. “Hay más mujeres que entran al mercado laboral, pero se limita su desarrollo por el trabajo no remunerado existente en sus hogares”, expresó.

El experto resaltó que según datos de la Encuesta de Hogares 2021, del Instituto Nacional de Estadística (INE), de los 3,6 millones de  hogares en Bolivia, el jefe de hogar es hombre en el 71%, mientras que el 28,7% son mujeres. “Esto se logrará atenuar con políticas públicas, en los diferentes niveles de gobierno, que se implementen para tratar, en lo posible, que estos trabajos sean remunerados total o parcialmente”, apuntó Romero.

“En otras palabras -agregó- el tiempo y esfuerzo del trabajo no remunerado de las mujeres tuviera que estar bajo el marco de un empleo, pero se deben romper tabúes sociales y tener recursos para ello. Hay miles de mujeres en Bolivia que trabajan en el campo como en la ciudad, donde su esfuerzo y generación de economía no es remunerado, por ende no es contabilizado; pero es innegable que su aporte a la economía y a su crecimiento es valioso”, ponderó.

Bolivia se suma

María Eugenia Gómez, especialista del Grupo Internacional de Estadísticas y Uso del Tiempo de México, afirmó que 23 países de América Latina ya cuentan por lo menos con un levantamiento de datos sobre el uso del tiempo. “Bolivia se suma, de manera muy importante, a este conjunto de países, porque con este conjunto de información va a ser posible empezar a mirarse de otra manera”, profundizó.

Del mismo modo, indicó que la encuesta del Cedla abre una base de datos rica en detalles. Este documento tiene indicadores y resultados principales y está acompañada de un conjunto de conceptos y definiciones que contribuyen a comprender mejor la información y es sustantivo para la buena direccionalidad del análisis que con ellos se puede hacer. Deseo que el trabajo tenga la trascendencia que todos esperamos en beneficio de los hogares, de las comunidades y de las sociedades de Bolivia”, remarcó.

El Deber

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