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La Policía y los militares fueron recibidos con pañuelos blancos por pobladores de Llallagua

Un contingente de más de 500 efectivos llegó la noche del jueves hasta Llallagua, en el norte de Potosí, que vivió tres días en zozobra y clamaba por la intervención policial y militar para restablecer el orden. Fueron recibidos con pañuelos blancos, aplausos y con la bandera nacional.

La comitiva ingresó con tanques militares que encabezaron una caravana de más de 60 vehículos que transportaron a los uniformados. Esto trajo alivio y esperanza a los pobladores que  enfrentaron con barricadas, ollas comunes y vigilias la violencia y el cerco de casi dos semanas por parte de sectores evistas. 
“Con nuestros hermanos militares, la policía y la población estamos más fortalecidos. Se han levantado todos los puntos de bloqueo y el Estado boliviano ha sentado presencia”, dijo un jefe policial que flameaba la bandera nacional. 

“Estamos agradecidos con los militares y  con toda la gente que sacó adelante a Llallagua. Siempre pedimos la paz”, dijo una de las pobladoras que no dejaba de levantar el pañuelo blanco, mientras los tanques militares y los demás vehículos recorrían las calles de este municipio.  

Con maquinaria pesada despejaron los puntos que estaban cerrados, porque los bloqueadores dejaron piedras y montículos de tierra.

El contingente salió a mediodía desde la ciudad de Oruro, pasó por Huanuni y llegó alrededor de las 20:00 a Llallagua. 

Fueron días negros

“Estamos comiendo en ollas comunes, los niños y jóvenes dejaron de ir a la escuela y a la universidad. Las tiendas están cerradas, los bancos no atienden y la gasolina no llega, por lo que tampoco pueden circular movilidades”, así describió Rosmery Callisaya Cabrera, presidenta del Distrito Fejuve Llallagua, los días negros que vivió la población en medio de la violencia. 

Entre lunes y jueves, los pobladores levantaron  barricadas en casi todas las calles como protección ante el temor de ataques. Muchos intentaron salir, pero fueron agredidos por los bloqueadores, como ocurrió con un grupo de universitarias. “Las castigaron, las mojaron y las mandaron sin zapatos”, relató Callisaya. 

La Universidad Nacional Siglo XX, con más de 12 mil estudiantes, tuvo que suspender las clases presenciales y activó la modalidad virtual. La comunidad universitaria se mantuvo alerta y las autoridades universitarias pidieron permanecer en el pueblo, porque no era seguro salir por caminos alternos. También se organizaron para garantizar las ollas comunes y distribuir alimentos desde el comedor universitario.

“Estimados estudiantes no salgan a sus municipios, quédense. Aquí estamos haciendo todos los esfuerzos posibles para que el alimento no falte y que vengan días mejores”, indicó el rector Boris Patiño, al mediodía del jueves, cuando hizo un llamado a la pacificación del país.

Los vecinos también se organizaron para garantizar las ollas comunes para la población y los universitarios que resguardaban las calles. Mientras las mujeres cocinaban desde temprano, otros vecinos se encargaban de recolectar víveres y distribuir los platos de comida. En varias cuadras, las casas se convirtieron en centros de preparación de alimentos, con vecinos colaborando en todo lo que podían.

En la calle Catari, por ejemplo, una vecina abrió las puertas de su casa para las ollas comunes. El almuerzo del jueves fue sopa de arroz.  “Estamos atravesando una situación terrible. Las mujeres nos hemos organizado. Me saco el sombrero por los universitarios que han dado la cara por el pueblo. Muchas gracias señores por defender este municipio que en su momento fue de bastante peso. Con la relocalización fue perdiendo fuerza, pero aún estamos aquí”, dijo entre lágrimas una de las mujeres que ayudaba a cocinar. 

Afuera de la casa, un vecino perifoneaba para que acudan a recibir un plato: “Pasen estudiantes a servirse, aquí hay olla común”, se escuchaba. 

En la otra cuadra, otro grupo recorría las calles para recolectar los alimentos.  “Vecinos ayuden con lo que pueden, necesitamos arroz y harina. También leña, porque no hay gas”, decía un poblador de este municipio que cuenta con 41.571 habitantes, según el último Censo.

 Los pobladores denunciaron que vivieron días de zozobra ante las amenazas de invasión, de quemas de casas y de violencia. 

Tuvieron que poner resguardos para que no les corten los servicios básicos.

Según testimonios, no es la primera vez que ayllus evistas ingresaron de forma violenta a la ciudad. En 2011, una marcha de comunarios que protestaba por el alza de precios hizo saqueos. Aquella vez, grupos enfurecidos rompieron todo a su paso.

Jornadas violentas

La violencia se desató el martes, cuando pobladores salieron en protesta a pedir que se suspenda el bloqueo de carreteras o que dejen ingresar alimentos y combustibles, pero la respuesta fue los saqueos y  enfrentamiento entre los movilizados y la población. Los bloqueadores llegaron hasta el pueblo y atemorizaron a los vecinos. Sacaron todo lo que pudieron de las instalaciones de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (Felcv) y saquearon algunas tiendas.

En horas de la tarde, los vecinos comenzaron a construir trincheras en las esquinas, quemaron llantas y cerraron los accesos con escombros y objetos para impedir nuevos ataques.

La situación se agravó este miércoles, cuando más de 500 efectivos de la Policía y miliares fueron enviados para desbloquear las rutas. Sin embargo, fueron emboscados, sembrando muerte y dejando heridos. También terminó en llamas el bus que transportaba a los uniformados y la sede sindical de los ayllus.

Llallagua fue uno de los principales centros mineros del país y ahora combina esa actividad con el comercio.

El Deber

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