Llegan las fiestas de fin de año y su celebración es muy esperada por muchas personas, pero a veces puede traer consigo algunos inconvenientes, que a unos más que a otros, pueden provocar estrés. Consultamos con sicólogos acerca de cómo gestionar algunas de estas situaciones.
Evaluaciones
Liliana Rueda y Jesús Zúñiga señalan que, al finalizar el año, las personas suelen enfocarse en aquello que no pudieron lograr, lo que provoca frustración y tristeza; en cambio, sugieren enfocarse en lo positivo, en los logros obtenidos, en los éxitos y, de aquellas situaciones no tan afortunadas, encontrar aquello que se hubiera aprendido.
Rueda manifiesta que es necesario dejar de idealizar las cosas y las vivencias; pone como ejemplos el matrimonio y el dinero como indispensables para ser felices, lo que, ante rupturas o carencia, ocasiona que las personas experimenten infelicidad; aconseja observar la realidad, la vida como suma de cosas buenas y malas; pero también de encontrar aspectos positivos dentro de vivencias desafortunadas o difíciles, por ejemplo: la valentía de tomar decisiones, el coraje para hacer cosas diferentes, etc.

Expertos sugieren enfocarse en lo positivo
Como diría Freud en Un cuento de Navidad: “… toda fiesta celebra a la vez un duelo y un pacto. El primero es por algo perdido: los que no están, lo que no se logró. Y el pacto es un arreglo con la divinidad, sea Dios, la vida, la contingencia, el estado de cosas, lo irremediable, lo imposible, etcétera”.
En familia
Cada familia tiene una dinámica particular y cuando el pilar, la persona que organizaba los festejos navideños o de fin de año, no está más, todo sufre cambios, que pueden ser traumáticos. Zúñiga señala que deben realizarse nuevas dinámicas; indica además, que, suele ser el hijo o la hija mayor, quien toma la posta pero, por supuesto, ya no es igual, dado que esa persona le imprime su carácter.
El sicólogo manifiesta que, cuando los duelos son recientes, puede haber llanto por la ausencia del ser querido, pero que también es común que se recuerden anécdotas y experiencias buenas del fallecido.

Que la Navidad no te cause estrés
Durante la celebración de las fiestas, muchas veces nos angustiamos pensando en aquellas personas que por determinados motivos no están con nosotros. En sicología, esto se conoce como el “Síndrome de la Silla Vacía”. Observamos esa “silla”, en medio de otras que sí se encuentran ocupadas, y eso nos genera un vacío importante.
El motivo de la ausencia no necesariamente debe estar ligado con el fallecimiento de esa persona. También, sufrimos cuando nuestros hijos no están porque festejan en otro lugar, cuando cierta persona está ausente porque debió mudarse, o cuando nuestra pareja no está porque nos separamos; entre otros tantos ejemplos.
Por otro lado, están las familias divididas, en las que los niños y adolescentes pueden quedar en medio de disputas y peleas de los padres. El sicólogo aconseja evitar las competencias para ‘ganarse’ al hijo o ponerlo en conflicto para que decida con quién pasar las fiestas. Para ello recomienda que los padres negocien alternativas, como que el niño o adolescente pase la Navidad con uno de los papás y el Año Nuevo, con el otro, y al año siguiente, cambiar. Pero, sobre todo, recomienda mostrarles a los chicos lo positivo de esa situación y recordarles que sus padres se preocupan por ellos y los aman.
En otras familias la convivencia no es la mejor, y una reunión de este tipo puede acabar mal. Rueda remarca que, en este tiempo, el mejor regalo que se le puede dar a un familiar es el perdón y la reconciliación, lo que ayudará a conseguir la unidad.
Por su parte, Zúñiga señala que es necesario ser honesto consigo mismo y, si el encuentro con alguno de los parientes causa daño, buscar otras alternativas, como visitar a los padres en otra fecha, no necesariamente en Nochebuena o Navidad, quizás un día antes o uno después; invitar a los familiares que quiero, a la propia casa, para celebrar, etc.
Economía
La falta de dinero también es una causa de estrés y frustración, cuando se piensa en regalos y actividades de fin de año. Rueda señala que, muchas veces, entre la preocupación de qué comida servir, dónde pasar las fiestas, qué vestir, o qué regalar, las personas se olvidan de disfrutar las fiestas y se olvidan del verdadero significado de la Navidad.

Planificar las fiestas navideñas
Zúñiga recuerda que Santa Cruz es un lugar en el que la Navidad se vive tradicionalmente con religiosidad y aconseja buscar esa connotación religiosa, espiritual o trascendental; transformar las fiestas en un encuentro familiar, en el que estar juntos es el mejor regalo, contar con cada uno de los integrantes, es un regalo.
Lamenta que muchos padres se sientan frustrados al no poder comprar los regalos que sus hijos piden o que ellos quisieran adquirir. Manifiesta que es preciso devolver el significado a la Navidad, que el comercio ha hecho a un lado.
El Deber