Un trabajo de investigación para una tesis de grado impulsó al tarijeño Roberto Ruiz Catoira a indagar más sobre los diferentes beneficios de la uva y sus derivados. Así, tras cuatro años de perseverancia, finalmente está casi listo para lanzarse formalmente al mercado: el primer aceite de semilla de uva hecho en Bolivia y que prevé atenuar los signos de la edad.
La historia
Roberto estudió Enología y Viticultura en el Instituto Tecnológico Uriondo, en la comunidad de Calamuchita, “la mayor productora de uva de Tarija y Bolivia”. Ese fue el inicio de todo.
“Lo del aceite fue un tema del instituto, yo me acuerdo que me tocó investigarlo, comencé a buscar en internet y hay una infinidad de subproductos que hacen en países más desarrollados como Estados Unidos, Argentina, España, Francia. Comencé investigando y vi que se podía hacer aceite con las semillas de uva”, recuerda.
Tuvo que viajar hasta la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba para conseguir la ayuda respectiva en cuanto a maquinaria y estudios para crear el aceite. Defendió su tesis, pero no quedó ahí, pues vio más allá y quiso hacer realidad este emprendimiento.
“Yo lo veía como una gran oportunidad porque veía que en otros países lo lograban, por ejemplo en España se produce mucho ese aceite y lo comercializan, después me llamó mucho la atención que esa semilla se bota en las bodegas de Tarija y Chuquisaca; y hay unas bodegas de La Paz y Santa Cruz que lo dejan supuestamente como abono pero no hacen el procedimiento, lo botan a la viña. Ahí vi la oportunidad”, dice.
Tuvo que viajar hasta la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba para conseguir la ayuda respectiva en cuanto a maquinaria y estudios para crear el aceite. Defendió su tesis, pero no quedó ahí, pues vio más allá y quiso hacer realidad este emprendimiento.
Le faltaba equipos, espacio, materia prima y capital para adquirir todo aquello, pues no viene de una familia productora de vid, pero le sobraban intelecto, ideas, perseverancia y sobre todo las ganas para lograr ese sueño.
Participó en el concurso anual de emprendimientos que realiza la Fundación Samuel Doria Medina, fue uno de los seleccionados, pero por su inexperiencia -según relata- no logró calificar para ganar los premios. Pero aprendió de sus errores y nuevamente lo intentó, esta vez en el concurso Incubadora de Empresas que realiza el Gobierno Municipal de Tarija, en el que sacó el primer lugar y consiguió el capital semilla que le hacía falta para arrancar.
Compró la máquina especial y el apoyo de su familia hizo posible la creación del Asua, que es el acrónimo de Aceite de Semilla de Uva de Altura. “Fue intencional lo de altura, yo quiero remarcar que este aceite es de Bolivia”, indica a tiempo de señalar que es sinónimo de calidad, por el lugar en el que se produce. “Por ende, tenemos más antioxidantes por la altura que nos favorece”, acota.
Beneficios del aceite
El aceite es natural y está enfocado hacia la cosmética, y tiene el fin de humectar la piel, rejuvenecer el rostro atenuando las arrugas, entre otros beneficios.
“Este aceite es mundialmente conocido como rejuvenecedor de piel, tiene sentido por los antioxidantes, eso se concentra en la semilla y lo haces el aceite, es bueno para las arrugas, para la celulitis y eso está comprobado por estudios de diferentes países”, agrega.
Preparativos para el lanzamiento
A tan solo semanas de lanzar su marca, Roberto realiza todos los preparativos que tienen que ver con la compra de frascos de vidrio especiales para mantener la calidad del aceite y crear las páginas en redes sociales para aplicar una estrategia de marketing, entre otros detalles.
“Lo voy a vender en frascos de vidrio ambar, es un aceite tan puro tiene que estar en un vidrio transparente. Me traje los frascos de Santa Cruz, estos son importados porque no hay en Bolivia”, informa.
Los frascos de aceite tendrán 10 ml, con un precio entre 25 y 30 bolivianos, y 30 ml con un precio de 60 bolivianos, aproximadamente. Enfatiza que esta cosmética es natural y por lo tanto tiene bastantes propiedades para la piel.
“ASUA va a ser un emprendimiento familiar, de mí y de mis dos hermanos, Alejandro y Álvaro. Siempre tuve esa visión de apoyar a mi familia, que ASUA ingrese con fuerza, mucha gente apreció el trabajo que hice, no fue fácil pero el reconocimiento que estoy teniendo es muy bueno”, enfatiza.
Roberto proyecta vender los aceites en diferentes departamentos de Bolivia a través de distribuidores.
Este joven emprendedor lamenta que Bolivia se estanque en la falta de industrialización de la vitivinicultura y refiere que en otros países producen muchos insumos enológicos que los bolivianos deben importar de Argentina, Chile, España, etc. En ese sentido, se siente feliz de aportar a la industrialización de la cadena productiva de la uva.
”Yo apunto, en primer lugar a salir adelante, me gusta mucho estudiar y trabajar. Agradezco mucho a Dios, me siento un joven muy bendecido y hago lo que me gusta, esto es lo que más me apasiona. Y sé que es un aporte muy importante a la cadena productiva de uvas, vinos y singanis”, finaliza.
Página Siete
Felicidades Emprendedor Tarijeño, mas vale tarde que nunca el aceite de uvas. En Bolivia el estado, no entiende que es un proceso de industrialización, duerne la insdistrializacio del Mutun, del Litio, etc.
En mizque Cochabamba, lo están produciendo hace varios años, una excelente iniciativa
Felicicidadez joven x tan gran azaña un orgullo chapaco siga adelante felicidadez