El presidente de Bolivia, Luis Arce Catacora, se sumó ayer a las críticas oficiales contra Dina Boluarte, tras las declaraciones que la mandataria peruana emitió durante su mensaje por las Fiestas Patrias en el vecino país, en el que dijo que evitó que el Perú se convirtiera en un “país fallido como Cuba, Venezuela y Bolivia”. Las palabras generaron molestia en el Gobierno y abrieron un nuevo capítulo de fricción diplomática entre ambos países.
Arce calificó las declaraciones como “inadmisibles” y aseguró que “no representan el sentir del pueblo peruano”. Pese a la severidad del tono boliviano, el gobierno de Perú restó importancia al impasse.
“Expreso mi enérgico rechazo por la inadmisible declaración sobre nuestro país emitida por la presidenta de la República del Perú, Dina Boluarte, en ocasión de su mensaje a la nación (…), y que consideramos no representa el verdadero sentir del pueblo peruano, con el cual mantenemos históricos lazos de hermandad, respeto y cooperación”, fue el mensaje en redes sociales del presidente boliviano.
Pero, desde Perú, el canciller Elmer Schialer insistió ante la prensa de su país que la mandataria no tiene nada que rectificar, porque fue malinterpretada. “Voy a ser honesto, nosotros no podemos tapar el sol con un dedo. No hay mea culpa que haya que hacer ahí. La presidenta lo que dijo es lo que yo estoy señalando y la verdad es que nosotros tenemos que analizar cuál ha sido el contexto objetivo en que se viven en esos países también”, apuntó el canciller.
Roces recientes
Esta disputa no es un hecho aislado, sino parte de una sucesión de desencuentros diplomáticos entre Bolivia y Perú, marcada por ideologías en conflicto, declaraciones altisonantes y retiros de embajadores.
Desde que el Movimiento al Socialismo (MAS) llegó al poder en 2006, las relaciones con Perú han sido intermitentemente tensas, según archivos de prensa consultados por EL DEBER.
En 2009 se produjo un intercambio de ofensas entre los entonces presidentes de Bolivia, Evo Morales, y de Perú, Alan García, por el asilo otorgado por este último país a exministros de Gonzalo Sánchez de Lozada. Después de que el boliviano asegurara que “la mucha gordura” estaba afectando a su homólogo, y el peruano lo mandara a callar, ambas naciones retiraron a sus embajadores.
Las tensiones reaparecieron en 2021 y 2023, ya con Morales fuera del poder. Su impulso al proyecto Runasur y su cercanía con sectores del sur peruano que protestaban contra la presidenta Boluarte, lo convirtieron en un actor incómodo para Lima.
En noviembre de 2021, una comisión del Congreso del Perú declaró a Morales persona no grata por injerencia política. La situación se agravó en enero de 2023, cuando el Pleno del Congreso aprobó formalmente esa declaratoria y el gobierno de Dina Boluarte le prohibió el ingreso al país, junto a otros ocho ciudadanos bolivianos.
En respuesta, el Gobierno de Arce Catacora dejó en suspenso el nombramiento del embajador de Bolivia en Perú, hasta la fecha.
El actual impase no solo refleja la fragilidad de las relaciones bilaterales, sino también la persistencia de viejas tensiones ideológicas entre ambos países, señaló el internacionalista Javier Viscarra. Mientras el gobierno boliviano continúa alineado con la izquierda regional, Perú ha mantenido una política exterior más conservadora.
Y cuando Bolivia exige respeto, en Perú prefieren mirar hacia adelante. Eso es lo que debe hacer el Gobierno: bajarle intensidad al conflicto. “Con Perú deberíamos tener una cercanía absoluta”, finalizó Viscarra.
El Deber