El sistema bancario boliviano llega al cierre de 2025 sostenido sobre sus propias fuerzas, luego de atravesar una de las gestiones más complejas y desafiantes, marcado por bajo crecimiento de la economía, escasez de divisas, presiones regulatorias y una economía real debilitada.

Sin embargo, esa fortaleza puede llegar a tambalear, coinciden tres economistas consultados por EL DEBER: los mayores riesgos pueden llegar en 2026, debido a que —simplemente— fueron diferidos o postergados por un tiempo.
De acuerdo con el último informe disponible de la Asociación de Bancos Privados de Bolivia (Asoban), al mes de octubre de 2025 —emitido en diciembre— la cartera del sistema bancario alcanzó los $us 29.973 millones, con un crecimiento interanual de 3,6%, equivalente a $us 1.031 millones adicionales. Si bien el dato confirma una expansión positiva, el gremio advierte una clara desaceleración respecto a gestiones anteriores.
La cartera bancaria alcanzó los $us 29.973 millones, con un crecimiento interanual de 3,6%, una cifra positiva pero inferior a la de gestiones previas. Asoban reconoce una desaceleración del dinamismo crediticio, atribuida a un entorno económico más moderado y a mayores riesgos.
El crédito empresarial destaca con un aumento de 12,6%, impulsado directamente por el ajuste en los topes de tasas reguladas, mientras que los créditos pyme y de consumo avanzan con mayor cautela. En contraste, el crédito hipotecario retrocede 2,4%, con una caída más marcada en vivienda social, reflejando los límites de las tasas fijas frente a operaciones de largo plazo y mayores riesgos.

Mora y calidad de cartera
Uno de los puntos más favorables del informe es la reducción de la mora. La cartera en mora cayó 7,9%, ubicando el índice en 3,0%, mientras que la cartera reprogramada disminuyó en 5%.
Desde la óptica de Asoban, este desempeño refleja una cultura de pago aún sólida y refuerza el argumento del sector contra medidas generalizadas, como diferimientos o reprogramaciones masivas, que —según advierte— podrían distorsionar la estabilidad financiera.
Los depósitos crecieron un 3,2%, hasta $us 31.751 millones, pero su composición muestra cambios relevantes. Se observa un fuerte aumento de los depósitos en cajas de ahorro (+12%), frente a una caída de los depósitos a la vista (-5,3%) y un crecimiento moderado de los DPF (+1,3%)
Este comportamiento sugiere una búsqueda de mayor rentabilidad por parte de los ahorristas, pero también evidencia menor flujo de recursos de largo plazo, en parte por la menor participación de la Gestora Pública.
Utilidades y rentabilidad
Las utilidades del sistema alcanzaron los $us 365 millones, con un crecimiento de 42,6%, y un ROE de 13,6%, claramente superior al de 2024. Asoban atribuye este resultado a mayores márgenes financieros y a una gestión prudente del riesgo, pese al entorno inflacionario y macroeconómico adverso.
Un aspecto distintivo del informe es el fuerte énfasis en la digitalización. El uso del QR Simple representa el 89% de las transferencias electrónicas, y más de la mitad de estas operaciones son por montos menores a Bs 50, lo que posiciona a esta herramienta como clave para la inclusión financiera y las transacciones cotidianas.
La visión de Moody’s
En su Análisis del Sistema Bancario Boliviano al 30 de septiembre, publicado hace pocos días por la calificadora de riesgo Moody’s, destaca que la banca ha logrado incrementar sus utilidades y mantener niveles de solvencia adecuados, aunque enfrenta nubarrones debido a la escasez de divisas y nuevas disposiciones legales de diferimiento de créditos que podrían presionar su liquidez en el corto plazo.
Según la entidad, existe una leve mejora en el índice de mora, explicada más por el crecimiento de la cartera que por una recuperación real de la capacidad de pago. En términos absolutos, la mora aumenta, especialmente en la cartera reprogramada, cuya mora sube a 13,61%, una señal de alerta sobre la fragilidad financiera de los prestatarios
Además, la calificadora anticipa que la mora podría cerrar 2025 en un rango de 3,4% a 3,6%, presionada por nuevas reprogramaciones y un entorno económico deteriorado.
El informe advierte una reducción en los niveles de liquidez, producto de menores inversiones temporarias y una mayor concentración en depósitos de corto plazo. Aunque el fondeo sigue apoyándose en depósitos del público, Moody’s subraya que la alta proporción de depósitos líquidos incrementa el riesgo de liquidez.
La rentabilidad mejora gracias a mayores tasas activas —especialmente en el segmento empresarial— y a mayores ingresos por inversiones temporarias. Sin embargo, Moody’s prevé que estos indicadores sean más acotados en adelante, debido a la regulación de comisiones, mayores previsiones y el deterioro macroeconómico.
Uno de los puntos más sensibles del análisis es la persistente escasez de divisas. Moody’s señala que las operaciones en moneda extranjera seguirán limitadas en el corto plazo y que cualquier flexibilización cambiaria dependerá de la capacidad del Estado para recomponer reservas internacionales. Aunque la dolarización se reduce, el problema estructural de divisas sigue latente.
Panorama complejo
Para el exdirector del Banco Central, Walter Morales, el sistema ha logrado sostenerse pese a una “alta intervención normativa” y medidas que considera más ideológicas que técnicas. Enfatiza que el actual control de la mora es un fenómeno temporal derivado de la Ley 1670 y otras normativas de diferimiento.
“La elevada proporción de cartera reprogramada implica que el riesgo no ha desaparecido, sino que ha sido desplazado en el tiempo”, señaló, advirtiendo que este riesgo diferido podría aflorar con fuerza en 2026 si la actividad económica no muestra una recuperación real.
Morales analizó con preocupación el fenómeno de la estanflación ocurrida durante la anterior administración y que el actual gobierno intenta controlar.
Respecto al aumento de los beneficios de la banca, aclara que no reflejan necesariamente una economía boyante, sino una “estrategia defensiva, priorizando menor riesgo y mayor liquidez frente a un entorno adverso”. Según el experto, las entidades han migrado de la banca tradicional hacia la de inversión.
Morales concluyó con una advertencia sobre el futuro: “La sostenibilidad del crecimiento de los depósitos dependerá críticamente de la confianza”, la cual es hoy el activo más sensible del sistema.
En tanto, el economista Rubén Arias sostuvo que, si bien la banca sigue funcionando y cumpliendo con sus obligaciones, la estabilidad no es tan sólida como parece.
Explicó que las utilidades se explican porque los bancos están “prestando menos, pero más caro”, seleccionando perfiles de bajísimo riesgo. “Los bancos están ganando dinero invirtiendo más que prestando”, sostuvo Arias, señalando que el crecimiento de los depósitos responde a un comportamiento defensivo de la población ante la incertidumbre.
El analista advirtió que el año 2026 será decisivo para determinar si las políticas de alivio fueron una solución real. “En 2026 se sabrá si las reprogramaciones fueron un puente o solo una postergación para el problema”, sentenció.
Arias subrayó que un escenario complicado para el próximo año implicaría que los bancos tengan que reconocer pérdidas de créditos que hoy parecen estar en orden, pero están “en suspenso”.
“La rentabilidad bancaria está desconectada de la economía real”, concluyó Arias, advirtiendo que, sin señales macroeconómicas claras y una recuperación del flujo de caja de los hogares, los problemas ocultos de mora finalmente saldrán a la luz.
El también economista Fernando Romero coincidió en que el panorama para 2026 es altamente complejo debido a los efectos acumulados de los diferimientos, incluido el reciente Decreto Supremo 5503. Destacó que, si bien la mora general es del 3%, la mora en carteras reprogramadas ya escaló al 13,6% a septiembre de 2025.
“Hay muchos deudores reprogramados que siguen sin recuperar plenamente su capacidad de pago pese a los alivios otorgados”, afirmó, calificando estas medidas como una “anestesia ahora que te alivia el dolor, pero no está curando la enfermedad de fondo”.
Romero alertó sobre un sistema financiero que se encuentra “estable, pero caminando por la cornisa” ante posibles cambios en la confianza del público.
Subrayó que las utilidades actuales de los bancos, que crecieron entre un 36% y 43%, no son estructurales sino coyunturales, producto de un mayor spread financiero y menores gastos por previsiones temporales. “Las utilidades actuales no reflejan una economía sana, sino un ajuste financiero defensivo”, consideró Romero, a tiempo de afirmar que en 2026 se manifestarán los efectos negativos de la eliminación de subsidios y la escasez de divisas.
PARA SABER
- Rentabilidad El patrimonio bancario creció un 12,2% interanual, mientras que las utilidades aumentaron un 42,6%, situando la rentabilidad sobre el patrimonio (ROE) en un 13,6%.
- Auge. Las transferencias electrónicas aumentaron un 127,1% en número de operaciones, destacando que el “QR Simple” ya representa el 89% del total de estas transacciones.
- Empresas. La industria aportó el 60% del crecimiento total de la cartera de créditos de los bancos.
Año de reconstrucción
En un balance sobre el rumbo económico del país hacia 2026, el ministro de Economía y Finanzas Públicas, José Gabriel Espinoza, perfiló un sistema financiero marcado por la recuperación de las Reservas Internacionales Netas (RIN) y la estabilidad del ahorro nacional.
La autoridad aseguró que, tras la implementación del Decreto Supremo 5503, el país ha dejado atrás una etapa de decisiones políticas “cobardes” para priorizar la salud técnica de la banca y el Tesoro General.
Al mismo tiempo, destacó el comportamiento del sistema financiero en la última semana, resaltando que no se produjeron retiros masivos de dinero ante las nuevas medidas. “Quizás en el pasado… la gente corría a los bancos, sacaba su dinero. Hoy día eso no ha sucedido y eso creo que es digno de resaltar porque muestra también cómo la gente lo que busca es estabilidad”, señaló.
En cuanto al acceso al crédito, Espinoza lanzó duras críticas a la gestión anterior, acusándola de haber dejado un sistema “desordenado” con diferimientos irresponsables que cortaban la cadena de liquidez. Para 2026, el Gobierno apuesta por un diferimiento regulado que no asfixie a los bancos. “Muchos de nuestros informales necesitan un diferimiento, pero necesitaban un diferimiento responsable. Como nos lo había dejado el anterior gobierno, se cortaba la cadena de crédito hacia adelante”, explicó.
Hacia febrero de 2026, el Ejecutivo presentará una reformulación del Presupuesto General del Estado (PGE) orientada a la logística y la infraestructura, eliminando la discrecionalidad en el uso de recursos públicos. Espinoza advirtió que la transparencia financiera será la norma y que se acabó el uso de las arcas estatales para beneficiar a aliados políticos.
Finalmente, defendió el costo de las medidas actuales, asegurando que “el Gobierno no retrocederá”.
El Deber
