Bosques.Cerca de un daño irreversible

La vida silvestre y los bosques tienen un equilibrio perfecto del que son parte todos los animales y las plantas en las regiones donde se ubican. Muchas veces, los expertos han señalado la fragilidad de los ecosistemas, más aún si éstos se ven afectados por factores externos; también se ha hablado mucho sobre las severas consecuencias de los actos en contra de la naturaleza, sin embargo, poco o nada se ha hecho al respecto.

Actualmente en Bolivia el fuego arrasa miles de hectáreas en varias regiones y pese a los esfuerzos de autoridades locales, habitantes y voluntarios que intentan frenar el fuego, el panorama no ha cambiado mucho.

Se apunta contra los responsables, pero aún se deja de lado a lo que pronto podemos enfrentar como país y es que una crisis de extrema sequía, de cambios drásticos en las regiones y de altas probabilidades de perder bosques nativos está cada vez más cerca de suceder.

Bolivia está al borde de un colapso, el más grande, un hito que podría marcar un antes y un después. Un hecho que podría dejar a miles de niños y jóvenes en un país sin agua, sin lluvia, sin bosque y sin alimentos.

El experto biólogo Vincent Vos explicó en días pasados que los incendios han provocado la muerte de más de seis millones de animales. ¿Cuál es la consecuencia más inmediata? ¿Que podría pasar más adelante?

La muerte de los animales ha sido retratada, compartida y repudiada a través de las redes sociales, pero también con marchas que piden acciones que puedan detener este caótico momento.

No es el primer año que se suscitan este tipo de desastres y por lo mismo, la situación se agrava cada minuto que se mantiene el fuego.

Y es precisamente la muerte de los animales lo que podría causar un cambio trascendental.

Vos explica que si un animal deja de existir, se pierde la polinización, la dispersión de semillas y la biodiversidad de un ecosistema que se retroalimenta.

“Primero hay una responsabilidad ética de conservarla, los bolivianos son responsables de conservar los animales de Bolivia y es una reacción ética, lo primero que uno pensaría. Muchas otras consecuencias, muchos de esos animales cumplen funciones, dispersan semillas, polinizan las plantas, son parte de todo un ecosistema y si no hay los animales después ya no funciona el ecosistema y vas perdiendo todo, eso implica que vas quedando sin agua, sin oxígeno, sin suelos fértiles, sin todos esos beneficios y si no hay biodiversidad, no hay humanidad. Termina con todo”, señala.

El experto señala que si bien las alertas estuvieron con anticipación, ahora las consecuencias ya “las estamos viviendo de gran manera”.

“En Bolivia se ha perdido el 25 por ciento de las aguas superficiales, en Santa Cruz alcanza al 65 por ciento, es decir ya no tienen agua, se está quedando seco. En la Chiquitanía viendo lo que pasó en 2019, son dos años después que ya tiene un porcentaje menor de agua en las comunidades, arroyos y ríos, eso significa que ya no pueden hacer ganadería en ciertas áreas porque las vacas no tienen qué tomar, no puede hacer un sistema agroforestal o que tus maderables no van a sobrevivir. La producción de cacao es prácticamente imposible en Santa Cruz. En Beni tampoco parece que va a ser posible, poco a poco pierdes opciones productivas”, afirma.

Entre otras consecuencias están la sequía, las inundaciones y el ataque de plagas, sin embargo, los incendios no son los únicos que están afectando sino también el modelo de producción.

En límites peligrosos

“Eso pasa muy seguido, por ejemplo, tuvimos una plaga de langostas que se comió la soya, pero en un bosque natural no tenemos plagas porque todo se combate, si aparecen más langostas aparecen otros animales que se los comen y ya de nuevo hay el equilibrio. Como en los soyales no hay pájaros que coman langostas, se multiplican y las plagas crecen. Ese mismo cultivo llega a esos extremos”, detalla.

Asimismo, Vos explica que hay otros aspectos que nos pueden afectar y es que hay ataques de wichis (mamífero carnívoro) debido a que la deforestación aumenta, por lo que los animales se quedan sin alimentos y buscan en las regiones pobladas. La situación se agrava porque estos animales tienen rabia y atacan a las personas.

Malaria, dengue y el mal de chagas son otros males que están comenzando a afectar a las poblaciones que están cerca de las regiones que están sufriendo deforestaciones.

Vos recordó que muchas de las enfermedades que se han dado en los últimos años son resultado de la deforestación en el mundo.

Asimismo, en 2019, con los incendios en la Chiquitanía, muchas especies comenzaron un largo periodo de migración. En algunos casos, algunos jaguares que escaparon de la zona, llegaron hasta Argentina, aunque no se conoce con certeza que haya sido de esta manera porque la población de esta especie no tiene un registro oficial.

Consultado sobre las consecuencias de este tipo, Vos aclara que un jaguar necesita un ecosistema biodiverso, por lo que en caso de que hubiera una migración de esta especie sería difícil su retorno por las regiones quemadas y la pérdida de alimentos y agua.

“El bosque que se ha quemado, hasta que tenga la biodiversidad que necesita un jaguar, necesitan plantas, ciervos, chanchos de tropa, tiene que haber gusanos en el suelo y para eso tiene que haber plantas con nutrientes y frutas. Muchos árboles producen fruta cuando son adultos, antes no”, explica.

Es por esta razón que el hábitat de los jaguares podría cambiar drásticamente e incluso muchos de los que migraron, no regresen en varios años.

Vos añade que un bosque podría tardar hasta 500 años en recuperar su biodiversidad.

“Son especies claves que muestran la salud de un ecosistema. Necesitan agua, fruta y entonces la capacidad de tener jaguares está reduciendo tremendamente”, afirma.

Los espacios para la vida silvestre se están acabando y cada vez se tendrá un menor número de especies habitando los bosques en Bolivia.

Pero no es la única complicación, sucede también que el registro de las especies en el bosque no se logró en su totalidad, por lo que los incendios están extinguiendo especies nativas que nunca se han visto y que nunca han sido registradas por biólogos.

Esto es un paso definitivo para acabar con los bosques en el país, pero también para dar los cambios trascendentales en las regiones.

Si bien los chaqueos o quemas controladas tienen el aval bajo una reglamentación, no deja de ser cierto que muchas veces se salen de control y estos avanzan a los bosques vírgenes, depredando todo a su paso. Las primeras consecuencias son visibles y es que hay más espacio para otras actividades como la ganadería y la producción de alimentos, pero realmente no se analiza el costo que se está pagando, de manera anticipada, con relación a lo que se vivirá en el futuro próximo.

Durante muchos años, Vos señala que existieron advertencias sobre la tala indiscriminada y el poco cuidado a las áreas naturales, sin embargo, ahora la situación se agrava con incendios provocados que están acelerando las advertencias y hacen que cada día esté más cerca una severa crisis.

“Estamos yendo muy rápido, las consecuencias están cerca. Ahora el Alto Beni es la zona con más cantidad agroforestales, cacaotero y demás, se va a perder, muchas plantas de cacao se han quemado y también las manchas que se quedan ya no van a tener la humedad y la cantidad de agua en el suelo, además de los polinizadores y todo lo que necesitan, es muy probable que esas áreas se quemen en los próximos años y que las plantas se sequen por problemas de sequía y plagas. Poco a poco esa región se va debilitando cada vez más y es en toda la Amazonía, se está hablando de que todo puede colapsar. Los cálculos hacían referencia a que si se aumentaba un 10 por ciento más la deforestación todo el ecosistema ya no llega suficiente agua para mantener los bosques, entonces se van a morir y se van a convertir en pampa y para la Amazonía boliviana se calcula que en 10 años más nos vamos a quedar sin bosques, pero le estamos prendiendo fuego y naturalmente va a ocurrir en menos tiempo. Eso es con lo que se está jugando, Bolivia se puede quedar sin bosques en las tierras bajas”, asegura.

Como consecuencia enlazada, si las tierras bajas se convierten en sabanas, en el altiplano no quedará agua para la producción de quinua, papa y otros; pero también afecta al lago Titicaca que poco a poco también va perdiendo su caudal. A su vez, el Chaco podría ser un desierto, al igual que en Potosí y Oruro.

“Hemos perdido el 30 por ciento de aguas superficiales, ya es algo que está pasando, incluso la humedad del aire está bajando”, sostiene.

Los llamados se hicieron, la realidad se asoma y amenaza con cada hectárea quemada, con cada animal muerto y con la falta de acción de parte de todos.

Los expertos aún siguen advirtiendo y mostrando los datos críticos de este desastre, pero queda en las manos de autoridades y de la población tomar acciones concretas para salvar lo que aún queda.

Los Tiempos

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