El PIB cae al -2,4% y Bolivia ya está en el terreno de la recesión

El Instituto Nacional de Estadística (INE) reveló ayer que la situación económica del país pasó a un escenario de decrecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), a pesar de las proyecciones que de más de 3% que había previsto el Gobierno en el Presupuesto General del Estado que fue validado sin debate legislativo. El INE confirmó este escenario de recesión al situar el PIB en -2,40 % para el primer semestre de 2025, el primer retroceso sostenido en más de cuatro décadas.

“Producto de la coyuntura política desfavorable, el exceso de bloqueos que tuvimos en marzo, mayo y junio, encontramos que el transporte, las actividades inmobiliarias y el comercio registran tasas de crecimiento negativas”, explicó el director general del INE, Humberto Arandia, al presentar los resultados oficiales.

El informe detalla que las actividades extractivas, especialmente hidrocarburos y minería, sufrieron una contracción de –12,98 %, mientras que el comercio cayó –5,18 %, las actividades inmobiliarias –3,56 % y el transporte y las comunicaciones –2,24 %. En contraste, agricultura (3,71 %), servicios financieros (2,59 %) y alojamiento y comidas (2,38 %) fueron los pocos sectores con resultados positivos.

La más fuerte en 40 años

El economista Carlos Aranda, del Centro de Estudios Populi, subrayó que el país “entra oficialmente en recesión técnica” tras acumular dos trimestres consecutivos de caída. “No es una sorpresa, sino la consecuencia inevitable de desequilibrios económicos postergados durante años. La escasez de divisas, la intermitencia en el suministro de combustibles y las restricciones crediticias marcan un punto de inflexión crítico para Bolivia”, explicó.

Según Aranda, los principales factores detrás de la crisis son el encarecimiento del dólar, el desabastecimiento de carburantes y el endurecimiento del crédito. “Nos enfrentamos a un desafío que va más allá de las cifras; se trata del bienestar de las familias y de la estabilidad productiva del país”, agregó al grupo EL DEBER.

El economista Gonzalo Chávez afirmó a través de sus redes sociales que el país enfrenta una estanflación, es decir, una combinación de recesión, inflación alta y desempleo. “El sector de hidrocarburos y minería cayó casi 13 %, arrastrando al resto de la economía. Es un cuadro de alta fragilidad macroeconómica: caída de producción, inflación superior al 20 % y pérdida del poder adquisitivo. Es la pesadilla perfecta”, advirtió.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) coincidió en el diagnóstico. En su informe Perspectivas Económicas Mundiales, proyectó para Bolivia un crecimiento de apenas 0,6 % y una inflación de 20,8 % para este año, situando al país entre los más rezagados de la región, solo por encima de Venezuela y Haití.

El investigador Gonzalo Colque recordó que Bolivia no vivía una recesión prolongada desde los años 80. “La última comenzó en 1982 y se extendió durante cinco años bajo el Gobierno de Hernán Siles Zuazo. Hoy, más de uno diría que estamos en un punto similar: inflación, desempleo, crisis política y desconfianza social”, señaló en un mensaje en redes sociales.

En aquel entonces, el país superó la hiperinflación con un giro drástico de política económica. Hoy, el desafío vuelve a estar sobre la mesa: cómo estabilizar precios, recuperar la producción y reconstruir la confianza interna.

A pesar del panorama, el INE asegura que podría haber una “recuperación gradual” en los próximos trimestres, aunque sin lograr revertir la tendencia negativa. El Gobierno había proyectado un crecimiento de 3,51 %, una meta que, en palabras de los propios analistas, “ya luce inalcanzable”.

Mientras tanto, la población enfrenta el deterioro del poder adquisitivo, la falta de combustible y las dificultades para acceder a divisas. La recesión no solo es un dato técnico: ya golpea el bolsillo y la rutina de las familias bolivianas.

El Deber