En Bolivia, las elecciones nacionales y posterior crisis política de 2019 fueron el escenario perfecto para el crecimiento de una industria de la desinformación que opera a través de Facebook. Ésta, que se amplificó durante la gestión transitoria y las elecciones generales de 2020, permanece activa pese a que Meta bloqueó más de mil cuentas y páginas falsas.

“Entre octubre de 2019 y noviembre de 2021 identificamos muchos grupos de apoyo al MAS y a la derecha (oposición) y todos ellos en algún punto han cometido desinformación. Estos espacios digitales, bien identificados ideológicamente, son los motores de la desinformación que llega a personas que, aunque no sean usuarios politizados, las reciben en su muro”, indicó el consultor en comunicación política estratégica Alejandro Vega.
El 23 de febrero, Meta -casa matriz de Facebook- emitió un informe sobre la desactivación de 1.600 cuentas de Facebook e Instagram bolivianas que incurrían en “actividades adversarias coordinadas”. Estas acciones, según el documento, estaban destinadas a apoyar al Gobierno y criticar a la oposición. Contaban con una inversión de un millón de dólares en publicidad y tenían vínculos con el Gobierno y los “guerreros digitales”.
En los últimos meses, de los 60 perfiles, páginas y grupos de Facebook monitoreados por Página Siete, nueve dejaron de estar activas. Esta proporción de cuentas desaparecidas también fue notada en la base de Bolivia Verifica. De las 135 cuentas detectadas en los últimos seis meses, 25 desaparecieron de las redes sociales. Las otras 110 continúan emitiendo desinformación: 107 operan desde Facebook, 11 desde Twitter y 17 desde TikTok.
En ambos casos el porcentaje de cuentas que ya no están activas está entre el 15% y el 19%. Es difícil saber si su desaparición se debió a las medidas de Meta o si simplemente fueron cerradas por los propietarios. La empresa no publicó el detalle de las cuentas que fueron bloqueadas.
Industria de la desinformación
En el último semestre, Bolivia Verifica detectó al menos 135 cuentas que difunden desinformación de manera sistemática a través de las redes sociales, sobre todo en Facebook. Identificó que tienen tendencia a desprestigiar a la oposición, a partidos y organizaciones que desarrollan actividad política.
Las mismas características fueron notadas en al menos 60 perfiles, páginas y grupos de Facebook que Página Siete monitorea desde el paro cívico de 2021 y que, además de contenido falso, emiten discursos polarizadores. Y es que la desinformación en estos espacios opera de forma muy similar y se convirtió en una especie de industria que se pone a toda marcha cuando hay conflictividad social.
En ambos casos, aunque lo político suele ser lo más llamativo, lo cierto es que estas páginas desinforman en varios temas sensibles o polémicos.
Los administradores de estas cuentas crean desde contenidos rudimentarios hasta otros que tienen la apariencia de medios de comunicación alternativos o ya establecidos. Se roban sus nombres o aparentan ser medios buscando revestirse de veracidad. Esto hace que cada vez sea más difícil identificar si las publicaciones son falsas o reales.
Algunas páginas y cuentas comparten sólo contenido falso creado para desinformar. Otras comparten un poco de todo de lo que circula en redes. Se cuelgan de lo viral y comparten noticias verdaderas que alimentan su postura política. En medio de todo eso, incluyen la desinformación y otros contenidos.
“Tenemos grupos y cuentas de apoyo MAS y a su oposición, la mayoría salió en 2019. Ambos bloques generan desinformación respecto del otro”, dice Vega.
Entre octubre de 2019 y noviembre de 2021, Vega investigó la desinformación política boliviana. La muestra de su estudio aglutina las 100 principales “noticias falsas” publicadas en Facebook. Identificó que estas publicaciones encontraron eco en 140 grupos y cuentas. De dichas cuentas, 66 eran de apoyo al MAS y sumaban 2,6 millones de usuarios; 74 apoyaban a la oposición y concentraban a 3,6 millones de usuarios afines.
“Honestamente, aparte de los guerreros digitales y su forma de operar, creo que en estos motores de desinformación no hay coordinación. Se cree que hay alguien detrás de estos grupos, pero en realidad son pequeñas campañas que están muy ligadas a la coyuntura. Es decir, si pasa algo de gran impacto en la actividad política, cada grupo hace su contenido según su propio enfoque”, explicó Vega.
Sólo 9% es alertado como falso
Hay administradores que operan desde el extranjero
Granjas de troles y las cuentas falsas que fueron desactivadas en Bolivia
Cinco expertos, consultados por Bolivia Verifica, advierten que detrás de las cuentas desactivadas por Facebook se encuentran las denominadas “granjas de troles”. Este no sería el primer caso en el país, un estudio de 2021 -realizado por la Universidad de Oxford- advierte que estas acciones en redes sociales se realizan en al menos 87 países del mundo, entre los que está Bolivia.
“El uso de troles o ciberguerreros no solo ocurre en el gobierno de Luis Arce, también incurrió en esta práctica Jeanine Añez y, por supuesto, Evo Morales”, dijo el director de la Fundación Internet Bolivia, Christian León.
Una granja de troles es una especie de ente que gestiona miles de usuarios falsos (troles) puestos a disposición de determinados intereses. Este gran volumen de cuentas permite realizar una “siembra” de desinformación capaz de modificar el discurso público.
Trabajan como toda empresa orientada a la comunicación pública. Tienen equipos de marketing, de desarrollo de producto y de ingeniería. Su labor es hacer ruido para callar a ciertos actores.
En Bolivia, los guerreros digitales del MAS son conocidos por sus formas muy similares de operar. En los últimos días se denunciaron públicamente a varios de sus presuntos líderes, a quienes se los acusa de traidores, por cambiar de bando al apoyar a una de las facciones en disputa dentro del partido azul.
Calificativos como ése no deben extrañarnos, ya que estas granjas son negocios que venden sus servicios de desinformación al mejor postor. Por ello es que son usados tanto por gobiernos, empresas o influencers.
No son ilegales, pero dañan el espacio cívico democrático que deben ser las RRSS.
El MAS presenta nuevo proyecto para la regulación de las redes sociales
El miércoles pasado, el diputado del MAS José Huanca adelantó un nuevo proyecto de ley para regular las redes sociales. La propuesta de norma contempla sanciones de hasta siete años de cárcel. El anuncio causó preocupación, pues atentaría contra la libertad de expresión.
Desde 2016 hubo varios intentos de regular las redes en Bolivia, con el fin de “frenar la desinformación”. Causaron rechazo, pues rayaban en la censura y el control.
El primer intento data del 22 de mayo de dicho año. Fue planteada por el gobierno de Evo Morales luego de su derrota en el referéndum del 21 de febrero, atribuido a las plataformas virtuales.
Ante el rechazo a la propuesta se desechó la idea y se creó la Dirección General de Redes Sociales, para controlar las cibercomunidades.
Una segunda petición de control llegó con un anteproyecto de ley elaborado por las Seis Federaciones del Trópico, en el Chapare. El entonces diputado Víctor Borda sumó a esta petición una tercera.
En 2018, el entonces ministro de la Presidencia, Alfredo Rada, censuró la circulación de “mensajes ofensivos” y habló de una regulación. De inmediato una cuarta petición llegó de la mano del diputado del MAS Julio Huaraya.
En 2019, luego de las críticas hechas en las RRSS al entonces ministro Carlos Romero –por el caso Montenegro–, la autoridad interpuso una demanda penal. La Fiscalía inició una investigación, pero un día después la autoridad desistió.
No fue hasta el decreto 4231, de 2020, firmado por la presidenta Jeanine Añez, que hubo un nuevo intento de regular la “desinformación”. La norma fue rechazada por varios sectores –incluida la prensa– y en días fue anulada.
Página Siete