Las imágenes que nos llegan desde Ucrania son aterradoras. Miles de ciudadanos huyen de sus casas, dejándolo todo atrás, mientras las bombas acaban con sus hogares y los tanques avanzan sin descanso. No hay humanidad, no hay compasión, ni siquiera para los civiles. En uno de los últimos ataques, el ejército ruso dejó caer en Irpin, a las afueras de Kiev, bombas sobre un corredor humanitario por el que muchas personas trataban de huir.

Las imágenes de los cadáveres de las familias junto a sus maletas ensangrentadas ha conmovido al mundo. Aunque parece que no al Kremlin. ¿Es cierto entonces que en la guerra, como en el amor, todo vale?
Lo cierto es que incluso en mitad de la barbarie existen normas, leyes que establecen qué es lo que se puede hacer y qué no.
Éstas se incluyen dentro del Derecho Internacional, en lo que se conoce como Derecho Internacional Humanitario, cuyo objetivo es el de atenuar y limitar los efectos causados por conflictos armados. Esta rama del derecho establece los medios y métodos de combate que pueden aplicarse durante un conflicto.
Como explican desde el Comité Internacional de la Cruz Roja, el Derecho Internacional Humanitario regula cómo se libran las guerras basándose en dos premisas: debilitar al enemigo y limitar el sufrimiento. Si las normas de la guerra no se respetan, hay consecuencias. Tanto los Estados como los tribunales internacionales se encargan de documentar e investigar este tipo de crímenes.
¿Y cuáles son estas leyes?
Convenios de Ginebra (1945)
Los Convenios de Ginebra son tratados internacionales que contienen las principales normas destinadas a limitar la barbarie de la guerra. Protegen a las personas que no participan en las hostilidades, es decir, civiles, personal sanitario, miembros de organizaciones humanitarias y a los que ya no pueden seguir participando en los combates (heridos, enfermos, náufragos, prisioneros de guerra). Son aplicables universalmente.
I Convenio de Ginebra
El primer convenio de los cuatro que componen los Convenios de Ginebra se centra en la protección de los heridos y los enfermos de las fuerzas armadas durante la guerra, así como en la seguridad de las unidades médicas y su transporte. Consta de 64 artículos distribuidos en nueve bloques además de dos anexos en los que se incluye cómo deben ser las zonas y localidades sanitarias y la tarjeta de identidad de los miembros del personal sanitario y religioso agregado a los ejércitos.
II Convenio de Ginebra
Este segundo convenio protege durante la guerra a los heridos, los enfermos y los náufragos de las fuerzas armadas en el mar. Entre sus 63 artículos encontramos por ejemplo la protección de los buques hospitales y de su personal, así como la garantía de la seguridad de los transportes sanitarios.
III Convenio de Ginebra
Este tercer convenio persigue la protección de los prisioneros de guerra. Consta de 163 artículos en los que se define con precisión las condiciones y lugares de captura, así como las cuestiones relativas al trabajo de los prisioneros de guerra, sus recursos financieros, la asistencia que tienen derecho a recibir y cómo deben ser los procesos judiciales que puedan llevarse en su contra.
Este convenio tiene como principio que los prisioneros de guerra sean liberados y repatriados sin demora tras el cese de las hostilidades.
IV Convenio de Ginebra
Este último convenio protege a las personas civiles, incluso en los territorios ocupados. Antes de que las normas de Ginebra de 1949 fueran aprobadas, existían unos convenios anteriores que no incluían la protección de civiles. No obstante, los hechos acaecidos durante la Segunda Guerra Mundial pusieron en evidencia las consecuencias desastrosas que tuvo la ausencia de un acuerdo que protegiera a los civiles en tiempos de guerra.
La mayoría de las normas de este convenio, que consta de 159 artículos, se refieren al estatuto y al trato que debe darse a las personas protegidas, y distingue entre la situación de los extranjeros en el territorio de una de las partes en conflicto y la de los civiles en territorios ocupados. Especifica las obligaciones de la potencia invasora respecto de la población civil y contiene disposiciones precisas acerca de la ayuda humanitaria que tiene derecho a recibir la población civil de los territorios ocupados. Además, contiene un régimen específico sobre el trato de los internados civiles.
Con todo, este convenio establece que es ilegal atacar intencionalmente a personas o bienes civiles, como las viviendas.
Las armas prohibidas en la guerra
No todo vale en la guerra, e incluso el uso de algunas armas está prohibido. A partir del siglo XIX, los ejércitos, cada vez más grandes y mejor equipados, han provocado más destrucción y muertes de militares y civiles. Ante esto, la comunidad internacional ha intentado fijar una serie de reglas para limitar el poder armamentístico en un conflicto bélico.urn:uuid:22073301-aa26-809d-306a-809daa262207
Amnistía Internacional explica el peligro de algunas de estas armas ilegales, las cuales poseen un efecto inherentemente indiscriminado, que no pueden dirigirse contra un objetivo militar específico o cuyos efectos no pueden limitarse como dispone el Derecho Internacional Humanitario: bombas de racimo, minas antipersonas, armas nucleares, armas químicas, robots asesinos.
¿Son efectivas las leyes de guerra?
Los expertos en la materia coinciden en que el Derecho Internacional Humanitario es la única vía legal existente para denunciar crímenes de guerra. Eso sí, de producirse un juicio, éste tendría lugar una vez finalizado el conflicto.
ABC