El primer ministro de Rusia, Mijail Mushustin, ha firmado un decreto mediante el cual se prevé la creación de centros de entrenamiento militar en hasta 16 centros universitarios públicos repartidos por todo el país euroasiático.

Esta medida se enmarca dentro del compromiso del Gobierno ruso de “capacitar a los ciudadanos”, especialmente a los estudiantes, de acuerdo con los programas de entrenamiento militar, recoge la agencia rusa de noticias Interfax.
En la lista publicada por las autoridades rusas se adelanta que los centros de entrenamiento militar se dispondrán en universidades de las regiones de Astracán, Kírov, Izhevsk, Lípetsk, Nóvgorod, Oriol, Pskov, Sajalín, Smolensk, Tiumén, Vólogda y Yaroslavl, así como en las repúblicas de Mordovia, Chechenia y Mari El.
La semana pasada, el Ministerio de Educación y Ciencia, junto con la cartera de Defensa de Rusia, informaron del desarrollo de un módulo de entrenamiento militar, que sería enviado a las universidades para su inclusión en los programas educativos.
Teniendo en cuenta los nuevos 16 centros de entrenamiento militar, el número total de tales estructuras en las universidades estatales de la Federación Rusa aumentará a 120, según recoge la agencia de noticias TASS.
El 24 de diciembre, cuando gran parte del mundo celebró la Navidad, se cumplieron 10 meses del inicio de la invasión rusa a Ucrania. 10 meses en los que las cosas no salieron según lo planeado por Vladimir Putin. Si bien las fuerzas invasoras llevaron a cabo brutales crímenes de guerra y violaciones a los derechos humanos, se toparon con una contundente resistencia del Ejército ucraniano que, con el apoyo militar y estratégico de Occidente, golpeó con dureza a las tropas rusas ocasionando grandes pérdidas.
En la previa al inicio de la invasión rusa, el poderío militar del Kremlin era ampliamente superior al de Kiev. De hecho, se ubicaba como la segunda potencia militar a nivel mundial. Seguramente esto llevó a Putin a pensar que en apenas unos días, o tal vez semanas, conseguiría su objetivo de hacer caer el gobierno de Volodimir Zelensky y tomar el control de la capital ucraniana para, así, instalar un gobierno satélite a su medida. No sólo no sucedió eso, sino que, a 10 meses del conflicto, las tropas rusas continúan sufriendo graves pérdidas.
Según el Ministerio de Defensa ucraniano, la cifra de soldados rusos caídos –entre muertos y heridos– ya superó la barrera de los 100 mil. Esto refleja dos cosas: el pésimo cálculo del jefe del Kremlin y la determinación del pueblo ucraniano, que desde el comienzo de los ataques rusos se unió para defender la integridad y soberanía de su país.
Por otro lado, Rusia determinó en las últimas horas prohibir a partir del 1 de febrero de 2023 la venta de su petróleo a los países que apliquen el tope a los precios del crudo ruso, fijado a principios de diciembre en 60 dólares el barril por la Unión Europea, el G7 y Australia.
“El suministro de petróleo y de productos petroleros rusos a entidades jurídicas extranjeras y otros particulares está prohibido” si estas implementan el tope a los precios, recoge un decreto firmado este martes por el presidente ruso, Vladimir Putin.
“El suministro de petróleo y de productos petroleros rusos a entidades jurídicas extranjeras y otros particulaes está prohibido”.
Página Siete
