El encarcelado excomandante del Ejército, Juan José Zúñiga, planeaba conformar un Gobierno de emergencia con un gabinete integrado por “ciudadanos notables” para sincerar la economía y potenciar la descentración del Estado.
Esta ruta de su fallido Gobierno la dejó plasmada en el documento que redactó y planeaba leer luego de consolidar la toma del poder y derrocar al presidente Luis Arce, el 26 de junio.
“Bolivia viene pasando una etapa muy prolongada de decadencia política. Los intereses de partidos, de liderazgo y de supremacía han llevado al país al borde del abismo”, inicia en su escrito que fue presentado hace unos días por el ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo.
El documento se constituye en una de las pruebas que confirman el plan golpista del militar que tomó aquel 26 de junio con tanquetas y agentes armados de la Policía Militar la plaza Murillo y Palacio Quemado por más de tres horas y que mereció la condena de organismos internacionales, presidentes y políticos de varias naciones del mundo.

En ese escrito, Zúñiga reprocha una supuesta entrega de la “soberanía boliviana” a Rusia, Irán, China, Venezuela y Cuba, y cuestiona que “el viejo sistema político y sus actores” pactaran “para jugar con la voluntad popular” porque “no existieron verdaderas elecciones libres y soberanas”.
Llama a “entender que el país está dañado severamente por culpa de una línea política, de un proyecto político que nos ha llevado al borde del abismo en términos económicos, políticos y sociales”.
“Bolivia está al punto del colapso. El Gobierno de transición (en alusión al régimen de facto de Jeanine Áñez) y los errores de los viejos políticos para resolver la crisis de 2019 nos traen a esta medida de urgencia”, justifica al anticipar sus primeras medidas del Gobierno que planeaba encabezar.
“Se ha tomado la decisión de manera heroica de establecer un Gobierno de emergencia y salvataje nacional con el objetivo de restituir la democracia, las garantías y los derechos de todos los bolivianos. Restaurar la institucionalidad a todo nivel”, asegura.
Anticipaba que el punto de partida será “sincerar la realidad económica», “saber dónde estamos, exponer la realidad en cifras oficiales serán el principio del cambio de rumbo para salvar el país”.
Se comprometía a reducir el gasto público, cortar todo gasto «insulso” y comenzar “un proceso de restauración de la economía apoyada en las garantías para que el que quiera invertir en Bolivia pueda crecer y desarrollar” y “potenciar la descentralización del Gobierno (que) es punto clave para la búsqueda del progreso”.
Para comenzar ese proceso de reconstrucción, iba a hacer un llamado “al concurso de ciudadanos notables, bolivianos probos que entreguen su talento y trabajo patriótico para levantar Bolivia”.
“Se conformará una junta militar encargada única y exclusivamente del mantenimiento del orden y la paz. Se conformará un gabinete altamente técnico basado en mérito y capacidad para resolver la crisis actual. Gente de probada solvencia moral y amor a la patria boliviana. Ellos serán el gobierno de emergencia y salvataje al que la junta respaldará. Las Fuerzas Armadas seguirán al servicio del pueblo boliviano y la democracia”, detalla.
Así como lo dijo minutos antes de ingresar a Palacio Quemado la tarde del 26 de junio, luego de que una tanqueta tumbara la puerta de ese histórico inmueble, Zúñiga confirmó en su escrito la “liberación de todos los presos políticos” como una “acción restauradora» y la “detención y procesamiento de aquellos que han cometido alta traición a la patria desde la administración de carteras de Estado”.
Luego de indicar que “Bolivia no es Cuba, ni Venezuela, ni Nicaragua” y que “el poder del pueblo es y será siempre el límite de cualquier gobierno”, dejó patentada la decisión de restablecer las “relaciones diplomáticas con Estados Unidos” para que retorne la DEA y combata al narcotráfico.
Antes de concluir, indicó que “es nuestra misión comenzar un proceso de transformación del Estado nacional que al final de este mandato entregará al siguiente Gobierno electo la propuesta de nueva conformación de las estructuras de Gobierno nacional y regionales. Esto no seráúnicamente el trabajo de este Gobierno de emergencia, sino el trabajo conjunto con la sociedad civil para entregarle una visión de país y los lineamientos de políticas de Estado a los siguientes gobernantes”.
“Que quede claro para todo ciudadano que lo que estamos haciendo es recuperar la democracia para entregar soberanía a los bolivianos”, apunta en su escrito.
ABI